Una cocina abierta que respeta el espacio de todos
Reforma con doble reto: ganar luz y que todo funcione de verdad
Cuando Karen decidió reformar su casa adosada en La Campana, lo tenía claro: quería abrir la cocina al salón para ganar amplitud, luz y hacer que el espacio compartido se sintiera más cómodo.
El reto era evidente: el paso a los dormitorios tenía que seguir siendo por la cocina. Y además, su madre —ya mayor— vivía con ella, así que había que pensar en la circulación, la accesibilidad y, sobre todo, la comodidad del día a día.
Donde otros ven un problema, nosotros vimos una solución
En lugar de ver esa limitación como un obstáculo, decidimos aprovecharla.
La bajada de la escalera, por ejemplo, se convirtió en una excusa perfecta para sumar almacenamiento (y una vinoteca, por qué no).
La chimenea, lejos de ser un estorbo, sirvió como separador natural entre la zona de estar y la cocina, sin necesidad de muros ni artificios.
Y toda la distribución se pensó para moverse fácil, sin estrecheces, incluso si algún día hiciera falta una silla de ruedas.
Materiales que no gritan, pero lo dicen todo
Queríamos una cocina con carácter, pero que no rompiera la armonía del espacio abierto. Por eso, la elección de materiales fue clave:
- Puertas laminadas en blanco roto, antracita y madera natural, con textura real
- Herrajes Blum (sí, los buenos), para que todo cierre suave y sin golpes
- Tiradores y zócalos en negro, el punto justo de contraste
- Luz cálida debajo de los muebles altos, de esas que hacen que el espacio se sienta acogedor
- Electrodomésticos Balay, porque no fallan
- Campana en el techo con motor en cubierta: potente y sin ruido
- Encimera de cuarzo EQUS Bianco: bonita, dura, fácil
Más que una cocina bonita
Al final, esto no fue solo reformar una cocina. Fue repensar el espacio para que convivir en él fuera fácil y agradable.
La integración con el salón fue clave: adosamos una mesa al final de la isla, hecha con el mismo acabado que las columnas, para que todo hablara el mismo lenguaje.
Y como la casa tenía techos muy altos, instalamos el motor de extracción fuera, en la cubierta. Así ganamos en potencia y silencio, sin llenar el techo de aparatos.
Karen no quería solo un plano bonito
Durante el proceso, lo que más valoró fue sentir que había alguien al otro lado. Que no le presentábamos un diseño cerrado, sino que la escuchábamos y ajustábamos sobre la marcha. También la ayudamos a elegir los muebles del salón, porque tenía sentido pensar todo junto.
Diseñar también va de eso: de acompañar y entender lo que la otra persona necesita, incluso si a veces no lo tiene claro del todo.
Pensado para ahora, pero también para después
La convivencia con su madre marcó muchas decisiones. Cada detalle se pensó para que el espacio funcionara hoy… pero también dentro de cinco, diez o quince años. Sin complicaciones. Sin sustos.
Lo que pensamos al terminar este proyecto
“Hubiera sido fácil meter una isla gigante y listo. Pero aquí lo importante era que todo tuviera sentido, su sitio, su función, y dejara espacio para vivir.”
— Fran
“El espacio era limitado y el riesgo de que la cocina se comiera el salón estaba ahí. Pero dimos con una solución que sumaba, no restaba.”
— Yann